Tras una primera reunión, nuestra impresión fue la de que el local tenía problemas graves de espacio. Éste era muy reducido en superficie y estaba muy sobrecargado por diferentes elementos.
En este espacio no solo se vende tabaco, se venden además productos con mayor o menor relación con lo que se entiende por un estanco tradicional. Es por este motivo que se había quedado obsoleto.
La imagen que tenía este establecimiento estaba completamente descaraterizada con intervenciones y ampliaciones de diferentes épocas que contribuían a presentar un espacio descuidado y desorganizado.
Nuestra primera preocupación fue la de solventar estos problemas de organización; para ello, aumentamos la superficie de almacenamiento en la parte posterior del estanco, buscamos ganar altura, eliminando el falso techo y haciendo muebles más altos con acceso mediante una escalera portátil. La zona de público buscamos hacerla lo más diáfana y limpia posible, para que el cliente tenga una claridad de visión acerca de los productos expuestos.
Para ser efectivos con nuestro trabajo buscamos referencias extremas en el sentido de orden y pulcritud, optamos por buscar la arquitectura japonesa, por la escasa superficie con la que ellos trabajan y la habilidad con que insertan e integran sus volúmenes en la malla urbana. Buscamos estas referencias incluso cromáticamente y en los materiales empleados.
Para la fachada hemos escogido una piel en aluminio microperforado que regulariza los desfases que tiene la fachada, y al mismo tiempo deja entrever la pre existencia del alzado.Para este efecto, nos ayudamos de una iluminación insertada entre las 2 fachadas.
El efecto procurado con la iluminación de esta fachada es el que el volumen actúe como una linterna que llame la atención de los viandantes de las calles adyacentes.
Buscamos una fachada en color blanco en clara alusión al papel que envuelve al tabaco y al mismo tiempo conseguimos ese aspecto nítido, sencillo y ordenado que buscábamos.
Se puede decir que las proporciones, así como las volumetrías que encajamos en la fachada, convierten la presentación en una gran cajetilla.
Desde fuera también se deja ver un interior cálido, trabajado en madera en contraposición al espacio exterior abierto, invitando a las personas a entrar y proporcionando a los usuarios habituales de las instalaciones un importante confort interior.
En el interior jugamos con 2 acabados diferentes para el mobiliario, por una parte la madera natural de pino gallego con su aspecto veteado y por el otro una madera lacada en blanco para contrastar y no sobrecargar el espacio con una imagen demasiado pesada. El mobiliario responde en forma a la función que desempeña, de esta manera el espacio de mostrador muestra diferentes alturas para una fácil comprensión por parte de los clientes.