Can Trece es una propiedad con dos edificaciones en una misma parcela y vistas hacia un pinar colindante. La existencia de estos dos volúmenes permite albergar un programa variado de usos privativos y compartidos entre ambos.
Se optó por reconvertir el volumen menor en una vivienda independiente, de una habitación con baño en suite y zona de día abierta, pero conectada por accesos exteriores y a través de la piscina con la vivienda principal, donde se reubicaron los espacios para albergar tres dormitorios, dos baños y zonas de día tanto interiores como exteriores.
En toda la intervención se hizo especial énfasis en subrayar el carácter autóctono y casi artesanal de la propiedad, si bien hubo que reforzar las construcciones, prácticamente auto-realizadas, y abrir nuevos huecos para albergar el programa deseado con una correcta ventilación e iluminación naturales.
Toda la reubicación de espacios concluyó no solo en un mejor aprovechamiento de los espacios interiores, sino también en un mayor uso de los exteriores, que ahora se ligan mejor con los espacios rótula como la cocina o el salón interior.
Todos los paramentos verticales, tanto tabiquería como muros, tanto previamente existentes como recién ejecutados, se acabaron con revestimientos continuos y cantos redondeados, para crear una atmósfera acogedora que comulga con ciertas particiones no-rectas que se proyectaron. Como resultado de todo ello se obtiene una imagen de construcción autóctona pero sofisticada, gracias a detalles como la grifería empotrada en latón o los mecanismos del mismo acabado.
Se crea así una propiedad con dos viviendas capaz de albergar diferentes estructuras familiares de huéspedes, refugiándose en zonas separadas cuando se requiere, y juntándose en grandes espacios exteriores con vistas hacia la pinada cuando se desea.
Arquitectura y diseño: Destudio
Fotografías: David Zarzoso