Pensamos en la arquitectura de los templos, en espacios introvertidos y silenciosos, en lugares que miran hacia adentro, de luz tenue y cambiante. Pensamos en formas sencillas, en el orden y la estructura, en la repetición, en el aire y el viento, en el sol, en la respiración y las formas del cuerpo, en el espacio que llenamos cuando practicamos, en el espacio que necesitamos para poder mirarnos hacia adentro.
“que la luz entre e ilumine la practica… sin deslumbrarla… “
“La luz es una línea, que separa la casa de la escuela, que ilumina la sala desde abajo, como si estuviera suspendida sobre esta línea. La luz es una línea que describe el paso del tiempo, las horas del dia, las estaciones del año, el lugar de la luz es a la vez la entrada del aire, y su salida, su respiración”
“La luz nos da cuenta del paso del tiempo. Incidiendo sobre los objetos, la luz construye el tiempo. A través de ella tomamos consciencia de su transcurrir sin pausa; de su linealidad y de su comportamiento cíclico. Pero no sólo la luz; es necesaria la materia iluminada. De ahí la importancia de la sombra. Porque la luz pura, quema. Lo abrasa todo y crea desierto. Y en el desierto, donde no hay sombra alguna que apacigüe nuestra visión y nos dé descanso, se detiene de manera insufrible el tiempo (se hace insoportablemente extenso) y cesa la vida. El exceso de luz es muerte.” Jose Antonio Flores Soto, El uso conciente de la luz en la arquitectura.