El restaurante se ubica en Saltillo, Coahuila dentro de un nuevo complejo comercial importante llamado Parque Centro, sitio compuesto de oficinas, área habitacional, gastronómica y recreativas.
Los clientes deseaban darle un cambio a su establecimiento original, recreando una nueva imagen, pero conservando la tradición e historia gastronómica que los avala.
La distribución espacial parte de un módulo central que aloja los servicios generales y que a su vez es rodeado por un pasillo en forma de “U”, que ramifica el espacio en tres zonas importantes: zona de bar, comensales y terraza; permitiendo al usuario descubrir cada uno de los espacios. Esta cálida arquitectura se ve escoltada por dos mezzanines suspendidos que hospedan las zonas privadas y que entablan una conexión sutil a través de un puente con el resto del privado. Ambos elementos evocan la idea que le da origen al nombre del restaurante “El Tapanco”, pues se disponen dentro de una doble altura que genera un recorrido de sensaciones espaciales.
La estructura mixta de todo el proyecto está hecha a base de vigas dobles de madera unidas por conexiones de fierro teñido en color gris, estos elementos nacientes a ambos extremos del local se caracterizan por su verticalidad y repetición paralela que culmina en un plafón triangulado que funciona como una gran envolvente de todo el restaurante, volviéndose una pieza protagónica a la entrada de luz natural; al término del día se acompaña por piezas iluminadas en forma lineal que acompañan a la estructura. La distribución de las vigas en plafón involucra a las instalaciones exhibiéndolas como parte del proyecto dando un carácter industrial. Desde el exterior nos invita a descubrir la interacción entre la altura y los dos elementos suspendidos que carecen de elementos de apoyo, y que se encuentran fijados a losa a través de una estructura tubular.
En su interior predominan acabados cálidos, pétreos y sobrios que le otorgan un tinte elegante y ordenado propio de la imagen a lograr. Al ingresar al sitio se es recibido por un imponente muro gavión hecho a base de cajones de malla metálica, rellenos de piedra y alineados de piso a techo. Frente al muro se ubica una naciente contra-barra formada de vigas dobles de madera con entrepaños bañados en una luz cálida, y una larga barra de mármol con vetas aparentemente añejadas que juegan con el contraste que otorga el muro de madera adjunto. Los pasillos de granito y los tapetes de madera enmarcan las tres zonas del restaurante: el bar, cocina y la zona de comensales, que a su entorno se integran elementos naturales como lo son agua en forma de estanques y fuego contenido en un firepit, abrazados por especies aromáticas que estimulan diferentes sensaciones. Este proyecto encapsula aquellas características que hacen sea un sitio sofisticado y fresco, tanto en su iluminación a base de lámparas de cristal ahumado, así como en su mobiliario a base de herrería, madera y mármol o su particular cocina y columnas estructurales en azulejo negro que conservan la esencia del lugar.
Contiguo al local se tiene una caja de cristal que aloja la terraza del restaurante, donde los componentes estructurales respetan la continuidad y modulación de las vigas interiores. En la recepción de la terraza un par de cavas y un firepit son los encargados de recibir al usuario, motivándolo a observar los detalles decorativos y arquitectónicos del interior. La vegetación tipo enredadera que emerge de los elementos de apoyo se ve suspendida entre las vigas de madera que componen el plafón, dando la impresión de naturalidad y una composición visual que contrastan con los sutiles acabados de una barra de mármol y una contra-barra de madera y fierro.