El proyecto busca solucionar dos aspectos generales: El primero, la versatilidad del espacio para que cualquier persona, no importando su religión vea esta construcción como un lugar de recogimiento, meditación y velación de algún difunto; la segunda es la dualidad entre las funciones meditativas y de rendimiento de honor hacia los muertos. Es así como el proyecto se desarrolla en un paralelepípedo el cual es atravesado por un eje, generado con la propia geometría del terreno, cortando el espacio en dos: una “capilla del día”, la cual se abre y apodera del paisaje, creando una extención de la capilla para que las personas puedan tener una interacción más directa con la naturaleza. Estas extenciones a su vez, pueden servir de bancas para que en un momento dado la capilla se pueda convertir en un retablo, un altar, etc... y se puedan celebrar los diferentes ritos religiosos. Por otra parte, esta “capilla del día” tiene la característica de abrirse por completo, cerrarse o crear ambientes de luz y sombra, dependiendo de la ocasión.
Por otra parte, “La capilla de noche” es un espacio destinado a la meditación, los rituales íntimos de los religiosos y, si la ocación lo amerita, una sala en la cual se pueda velar a un muerto. Esta cuenta con un área de apoyo que puede tomar diferentes funciones, ya sea para poder desarrollar algún tipo de meditación, celebración o rito, o bien para poder utilizarla como un área para poner un féretro, ataúd, y ser así un lugar de referencia para que la gente pueda velar a un muerto. A diferencia de su contraparte, esta parte de la capilla es un volúmen cerrado, sobrio, el cual es cortado por un haz de luz, generado por el eje que parte el paralelepípedo en dos. Es así como la iglesia del Día y la Noche tiene la versatilidad de adaptarse a todas las necesidades de las personas y convertirse en un punto de referencia en el proyecto actual.