En una vivienda ubicada en un condominio del sector de Ruitoque se nos encargó un proyecto de piscina en la zona posterior del terreno, a borde de un talud con una vista memorable orientada a la montaña y al sol de la mañana.
El diseño se propuso con dos conceptos fundamentales. Por una parte, enmarcar el paisaje desde el interior de la vivienda y desde la piscina, creando perspectivas y composiciones entre el fondo y las formas proyectadas.
Y por otra, un aspecto mucho más complejo y sutil: el intentar traer de vuelta la sensación de aquello que percibimos como intemporal, momentos en que todo sucede a la vez en un instante:
El encanto del agua y su sonido
Y la luz del cielo, con sus reflejos en el agua, que trae de vuelta la consciencia del paso del tiempo.
La vegetación contenida, armonizada en la obra con su rítmico movimiento a merced de la brisa.
La iluminación, dispuesta para que llame al silencio una vez cae la noche.
La antigüedad traída a la actualidad a partir del uso de un material noble y con historia: el travertino.
Esto último, más poético y difícil de explicar, tiene que ver con el enriquecimiento significativo de la experiencia sensorial de los usuarios a través del encuentro con factores naturales que siempre han estado allí, y que la obra pretende revelar.