Entre el faldeo del Velasco y la Ciudad de La Rioja, una serie de pliegues topográficos generan unas condiciones paisajísticas de singular belleza que habilitan múltiples posibilidades para, desde la arquitectura, apropiarse del magnífico paisaje debido a la cercanía con la montaña hace que la misma se convierta en parte de todo.
Elevarse y mirar desde el sitio al sur, en escorzo sobre el Velasco, permite una vista profunda del cordón montañoso, hasta donde se funde con el horizonte.
Esta es la vista que ordena ciertas partes de la arquitectura. Los volúmenes que la definen, simplificados en tres elementos, conforman un eje en el sentido longitudinal del sitio asentado sobre el terreno casi paralelo al Velasco. Los otros dos volúmenes elevados sobre, miran al sur en busca de aquella visual que se prioriza. En la cabecera del volumen longitudinal, se enmarca el ingreso a la casa, definiendo su fachada sur. El otro volumen longitudinal, se encuentra atravesándolo encima en su parte media, rotado algunos grados coincidiendo con la mejor orientación en función de aprovechar las condiciones de asoleamiento durante todo el año.
El programa de la casa entonces se ordena ubicando el área social asentada sobre el suelo, y el área privada por encima de él. El área social, es un espacio libre y continuo, es una unidad espacial de gran fluidez e integración con el entorno.
La simplificación de la volumetría es enfatizada a través de una materialización que busca su mínima expresión, sin aditamentos ni apariencias. Entonces cada sector de la casa permite la apropiación de su propio paisaje a través de la vista generada entre la arquitectura y la montaña.