En la novela corta El país de los ciegos la memoria visual no existe. Tampoco el tuerto es el rey, es un loco que afirma “ver”. Proponemos que cada uno de los aspectos que conforman la distribución de una casa y su entorno sean definidos por la memoria corporal de sus habitantes. Que sonidos, olores, texturas y temperaturas configuren un paisaje polisensorial de orientación y ubicación espacial, en el cual las actividades humanas se fusionen con su ambiente. Al no existir límites materiales entre viviendas, el valle completo en el que habitan los ciegos es una gran casa donde el ego que supone poder mirarse al espejo se ha disuelto en favor de una conciencia más colectiva e integradora.