El hecho de que el lote sea angosto e irregular presentó un desafío para lograr la máxima explotación comercial. Para esto, nos adaptamos con rigurosidad al perímetro y optamos por sectorizar al edificio en dos bloques. Uno compuesto de unidades de un dormitorio, aprovechando la mayor altura hacia la calle, y el otro de ambientes únicos, ventilado hacia un patio interno y desarrollado hasta el segundo nivel.
Los bloques están unidos por la caja del ascensor y la escalera, la diferencia de altura entre ellos nos permitió generar un espacio de uso común en el de menor altura.
Sobre la masa edificada se abren grandes ventanales que se colocan de piso a techo pero en una posición diferente en cada piso, generando en la fachada un movimiento de planos llenos y vacíos.
El hormigón deja a la vista el cielorraso en el interior, mientras que en el exterior destaca el volumen de circulación vertical y la estructura.
Para lograr un color y una textura uniforme, al ladrillo no se le tomó la junta y se lo colocó sobre la parte más plana con traba de un cuarto. Esa textura se puede apreciar a través de barandas permeables, hechas con hierro de construcción.
En planta baja el edificio se integra a la cuadra utilizando la misma transparencia que en los balcones para el cerramiento y el mismo piso que en las veredas para las cocheras.
Los tres materiales que se destacan, hormigón, hierro y ladrillo, le dan al edificio una imagen robusta y a la vez austera. Premisas que tuvo nuestro estudio para esta obra.