An original church
On the tropical coast, south of the Sierra Nevada, and very close to the sea, rises a slim tower, announcing the presence of a new church. On one façade, a young vine appears to reclaim its architecture from nature. The church is a simple piece of concrete, close and accessible, located among the trees of an open garden.
The challenge of building a spiritual space led us to not invent anything new but rather to look to the tradition of the early christian times. For this reason, the space can be called original because it makes reference to the origins, in the same way that it could be called unoriginal for the architect has limited themselves to copy of their hand and in a contemporary language, a text that has been written twenty centuries ago, passed down from generation to generation.
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The light is the primary matter of the work. Through it, the idea of God as the light of the world is materialized. In the temple, there are three apertures for the light - making reference to the Holy Trinity. The first is through a skylight on the East side, through which the sun represents the resurrection of Christ and illuminates the altar. At the West, above the choir, perforations in the concrete allow the afternoon light to filter and project the motif of a cross on the altar. Finally, the last appears on the South wall, as a concrete lattice borders the gardens and the central nave.
Una iglesia original
Memoria de una obra en playa granada
Parece que la perfección se alcanza no ya cuando no queda nada por añadir, sino cuando no queda nada por suprimir. De esta forma, la perfección del invento reside en la ausencia de invención.
Antoine de Saint-Exupery, tierra de hombres.
En la costa tropical, al sur de sierra Nevada, y muy cerca del mar se alza una esbelta torre por la que se reconoce la presencia de una nueva iglesia. La parra virgen que trepa por su fachada norte parece querer reconquistar el terreno ganado a la naturaleza. Se trata de una sencilla pieza de hormigón, cercana y accesible, situada entre los arboles de un jardín abierto.
El reto de construir un espacio para el encuentro que remita a la trascendencia es tal, que se ha optado por no tratar de hacer nada nuevo sino acudir a la tradición de los primeros templos cristianos. Por lo tanto, si se entiende que algo es original porque remite al origen esta obra podría decirse que lo es, como también podría decirse que no lo es si se considera que la arquitecta se ha limitado a copiar con su propia letra y en lenguaje contemporáneo, como un amanuense, un texto que desde hace veinte siglos se ha trasmitido de generación en generación. Un intento de emular a quienes antes que ella alcanzaron el uso hábil de la luz natural y las texturas de los materiales, la unidad entre el todo y las partes, y la precisión en los detalles para alcanzar un espacio coherente, silencioso y fuerte.
La arquitectura por lo tanto se pone al servicio de la liturgia integrando los elementos que configuran el conjunto. Atrio de acceso, baptisterio con pila octogonal a la entrada, cripta, presbiterio, campanario y coro. Y el texto se inserta en un determinado contexto, el conjunto de condicionantes propios de esta obra: la topografía, con un desnivel que permite el acceso a la nave desde la cota del jardín al oeste, y desde el este a la cripta que funciona como basamento, el alto nivel freático que ha determinado la cota de suelo de la misma. La normativa urbanística, que obligaba, salvo el campanario, a no superar la altura de 8 metros de las viviendas unifamiliares de dos plantas del entorno. El ambiente agresivo para el acero que supone la cercanía del mar. La importancia de la acústica para el correcto funcionamiento del edificio.
Estos condicionantes han sido las reglas del juego, que lo han ido conduciendo hasta la el resultado final eliminado todo lo arbitrario. Y así, la arquitectura se ordena sin ataduras formales, asumiendo, sin embargo, todas las que se derivan del programa, del lugar, de la técnica. En este planteamiento la abstracción no es un lenguaje sino la transición hacia la desnudez y en él, factores como la escala, la luz, o la propia construcción cobran el protagonismo.
La luz es la materia prima con la que se trabaja. A través de ella se materializa la idea de que Dios es la luz de mundo, un único Dios y tres personas. En el templo hay tres entradas de luz, la primera un lucernario oculto orientado a este, por donde sale el sol, que simboliza la resurrección de Cristo y que ilumina de forma indirecta pero clara el altar. Al oeste, sobre el coro, unas perforaciones en el hormigón permiten que al caer la tarde se proyecte sobre el altar una luz visible en forma de cruz, y una tercera en el lateral sur, a través de la celosía abierta al jardín en la nave de los fieles. Una única luz ilumina la iglesia de tres formas diferentes.
El juego de escalas se convierte en otra herramienta de proyecto. El edificio prescinde deliberadamente de referencias de tamaño, de modo que no puede ser medido por el ojo en la distancia sino el cuerpo al recorrerlo. Así, se accede bajo un volumen de hormigón que comprime el espacio de transición desde el exterior para provocar un contraste mayor con la altura libre del interior.
Por último cabe hablar de la construcción, que se realiza esencialmente en hormigón. La estructura vertical es de muros armados a dos caras, la horizontal, cimentaciones y forjados utiliza un sistema nuevo “ELESDOPA”, elemento estructural de doble pared que consigue optimizar estructuralmente el funcionamiento del hormigón, que queda visto por ambas caras, y alcanzar un alto nivel de aislamiento térmico. En la cubierta de la nave principal esta losa de espesor variable evita el paralelismo entre suelo y techo que acústicamente no conviene. Este sistema también permite prescindir en la mayoría de los casos de otros acabados por lo que tanto la construcción resulta muy económica 480 €/m2 construido y un mantenimiento prácticamente nulo.
El hormigón, piedra artificial de nuestro tiempo, tiene además un valor simbólico. La desnudez de esta piedra contemporánea habla de sinceridad constructiva y de sobriedad. Valores atemporales que llevan a purificar la arquitectura de ornamento y permitir solo a la luz afectar los espacios
arquitecto técnico
Francisco Torres Ramírez
promotor
Parroquia Nuestra Señora del Carmen
empresa constructora
Construcciones Calderon S.L.