La Casa Alboraya ha supuesto, desde su concepción, todo un reto. Casi un laboratorio de ideas, una investigación en la que poner “en crisis” lo académicamente aceptado y probado hasta ahora desde un punto de vista arquitectónico clásico. Es, en definitiva, un espacio para experimentar a fin de crear algo único.
La vivienda es, además, fiel reflejo de la particular manera de entender el mundo y la filosofía de vida de las personas que lo habitan y que hoy en día lo han hecho su hogar. Un hogar donde el programa, la distribución, sin descuidarse, pasan a un segundo plano ante el protagonismo de un lenguaje muy marcado y de una filosofía de arquitectura muy diferente a lo que estamos acostumbrados. Donde la relación con el exterior se da a través de la imitación y de la inspiración de lo que nos rodea. Y donde “La búsqueda de la belleza en la imperfección” es la esencia del proyecto. Una frase que engloba y resume todos los conceptos que se han plasmado en esta casa.
Con una clara inspiración de la cultura tradicional japonesa que el término Wabi-Sabi definiría a la perfección, aunque sea –paradójicamente- intraducible para nosotros. Wabi significa en términos generales “la elegante belleza de la humilde simplicidad” y Sabi sería algo como “el paso del tiempo y el subsiguiente deterioro”. Así pues, todas las decisiones tomadas en la vivienda se han basado en esta filosofía. Conceptos como la fluidez de espacios, los claroscuros generados, las texturas y materiales elegidos; son los que dan forma a este peculiar proyecto en el que se moldea un espacio anodino transformándolo como una pieza de barro en manos del artesano. Muy pocos elementos pero todos ellos significantes. Perfectamente imperfectos, naturales, sostenibles y alterables con el tiempo.
De alguna manera, este espacio, desafía las reglas de la belleza clásica en la que la imperfección o la vejez no tienen cabida. Es más acorde a la idea de belleza oriental, en la que la marca del paso del tiempo, lo incompleto, lo que está de camino y no en su meta, tiene un gran valor pues nos cuenta más cosas que algo estático e inamovible.
Sin colores brillantes, sin patrones definidos, ni diseños ornamentales, la casa invita sencillamente a disfrutar colores y texturas sutiles y la luz natural que baña todas las estancias generando los diferentes ambientes. Los tonos tierra y ocre elegidos hacen referencia a la huerta, a lo vernáculo y dotan de calidez y cobijo a la vivienda.
Otra idea clave en el proyecto es la honestidad a nivel de materialidad, presentándose al natural sin falsear nada. Se plasma esa realidad, que se ve acentuada por la búsqueda de continuos contrastes en paredes, suelos y elección del mobiliario. Las paredes se tratan como un lienzo artístico, donde pintor y todos los que la trabajen dejarán algo de su esencia en ellas. Hasta el punto de que en el salón encontramos en la pared principal a modo de cuadro o de fresco algunas de las muestras de pintura que se realizaron en obra.
El suelo es una muestra única con una mezcla de microcemento en varios tonos, aplicado y lijado a mano, con destonificaciones conseguidas mediante la aplicación de agua pulverizada. Éste cubrirá todo el suelo, algunas paredes como las de baños y cabecero e incluso el techo del office.
La madera natural es otro de los protagonistas, al usarse en lugares como la estantería, la celosía de la entrada y algunos elementos fabricados a medida como la mesa, la consola junto al acceso o la mesa de centro. Se ha escogido una madera fuerte y nudosa, en tono oscuro, lo que da esa connotación de un material con historia propia, idea constante en todo el proyecto.
Todo ello cuidado hasta el mínimo detalle y siempre con una “historia” detrás. Desde los propios materiales de acabado elegidos hasta los elementos concebidos exclusivamente para esta vivienda. Entre estos últimos se encuentra la lámpara del salón hecha a mano en bronce tratado con una superposición de efectos para dotarle de un aspecto variante y heterogéneo. También se dispone de mobiliario exclusivo como las mesas de comedor y office, fabricados a medida y oxidados de manera natural para completar estos espacios. Todo esto hace de esta vivienda un lugar único donde pasado y presente conviven dejando siempre algo incompleto para dar juego a la imaginación. Un futuro a merced del natural paso del tiempo.