El hotel está emplazado a 6 kilómetros del Parque Nacional Torres del Paine, a tres horas del centro urbano más cercano, y se compone de doce habitaciones más sus áreas comunes. Se inició con la condición autoimpuesta de esconderlo en el paisaje; la vastedad de la pampa patagónica no permitía la interrupción de un “edificio” en una suerte de silencio permanente. Por eso optamos por unidades aisladas, a modo de cabañas “esparcidas” en la pradera al borde de un bosque compuesto por Lenga, Ñirre y Cohigue. El diseño cuyo origen está en las construcciones tradicionales del extremo sur de Chile, deja la estructura prácticamente en el exterior de los recintos mediante pilares en una trama aproximadamente de un metro. La fragilidad y humedad del terreno sugería construcciones elevadas tipo “palafito”, y la distancia e inclemencias climáticas nos hicieron prefabricar la mayor parte del hotel. La modulación de los pilares frente al bosque y la elección de la madera (Lenga), que con el tiempo adquiere un tono platinado, sumado a un emplazamiento preciso para cada unidad, hacen que en ciertas condiciones las construcciones se mezclen con el paisaje. Proyectamos para quienes iban a construir. No se diseñó nada que no pudiera realizarse con las tecnologías locales y su mano de obra precaria y escasa. No hubo detalles constructivos sofisticados ya que no eran importantes. Y así evitamos todas las posibilidades de errores que fuesen difíciles y caros de corregir. Y adoptamos lo anterior como una metodología de diseño.