En una de las zonas con mayor crecimiento económico y comercial de la ciudad de Mérida, Yucatán, se ubica el proyecto en un vacío terrenal. Durante los últimos diez años, dicha zona geográfica ha sufrido lo que ciudades con proyección económica padece por el crecimiento desmedido y sin control. Resultando de la expansión urbana y demográfica, una ciudad en emergencia y sin identidad contemporánea, continuando con una metodología de diseño obsoleta.
Retomando los valores urbanos como espacio de desarrollo para las nuevas intervenciones y los edificios de referencia existentes, se va tejiendo una telaraña de conexiones sociales, urbanas y culturales, hasta convertirse en una ciudad en estado vivo.
La Chaya se sustenta en la Provocación Arquitectónica como estrategia para situarse y convertirse en un punto de referencia que abre al diálogo y a la interacción con el espacio público contemporáneo.
La provocación se materializa en un edificio que responde a la emergencia y tiempo correcto de vida del mismo, mediante el uso de un material como “vestido artesanal-tech”, albergando funciones y sensaciones que se potencializan en sus espacios dinámicos y su continua comunicación formal en cada uno de ellos.
El acceso, sutil pero protagónico, genera en su composición una espacialidad de expectativa-sorpresa en el recorrido y en la transición de sus áreas, en donde el interior responde a la duda creada por el material del exterior y a su disposición cambiante a través de aperturas dinámicas permitiendo el diálogo interior-exterior.
El edificio dialoga entre sí, debido a su disposición espacial, en la que de una manera un tanto poética, las sombras generadas por el mismo, están en continua relación y contacto con el paso solar. Las habitaciones se disponen con una ruptura espacial o filtro interior, separando de manera subrayada lo privado y lo compartido. Las actividades se realizan tanto en las áreas interiores como en las terrazas y jardines exteriores, del mismo modo que el huerto ubicado en una terraza exterior en planta alta invita a la convivencia familiar así como el añadido valor educacional y alimenticio.
El contenedor se enraíza a través del “vestido artesanal-tech” empujado por el uso de un material de uso común, posiblemente carente de versatilidad funcional y etiquetado como de uso rudo: “el block de concreto”, que apoyado en la tecnología y datos que se vuelven comunicadores, permiten la evolución de la técnica para encontrar resultados tangibles y medibles en el confort del edificio y en la estética formal del mismo.
La técnica evolucionada producida por un sencillo proceso, se traduce en una nueva “piel protectora” que actúa como filtro solar incidiendo en el espacio interior y provocando estéticamente a la ciudad por la bondad y transparencia de sus características potencializadas por la modulación del mismo.
La Chaya invita a la experimentación e investigación a través de la tecnología en busca de la evolución de la técnica y la arquitectura.